Fue el lema para la celebración de los 25 años del Jardín de Infantes y Maternal Nuestra Señora del Carmen de Benavídez realizada esta semana, en un clima de mucha emoción y alegría por el camino recorrido y por la importancia que tiene esta institución para los vecinos del barrio La Esperanza.
Esta es una obra del Obispado que acompañamos desde Cáritas Diócesis de San Isidro, y que nació gracias al compromiso y trabajo de mucha gente; formó parte de una iniciativa impulsada por la hermana misionera María Stella Riccio y un grupo de mujeres del barrio que comenzaron a construir sus viviendas -con la ayuda de la parroquia Nuestra Señora del Carmen y el apoyo de varias instituciones-, e incluyeron en un espacio central del desarrollo del proyecto, un espacio dedicado a los chicos de la comunidad, en el que se les brindase una buena educación, contención y acompañamiento afectivo y espiritual.
Del encuentro participaron quienes recorrieron el camino desde la construcción de los cimientos y quienes se sumaron a lo largo de su historia; fue muy emotiva la presencia de algunos de aquellos primeros alumnos, quienes hoy llevan a su hijos a este mismo Jardín.